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Todos a una ( La educación en valores) (Revista Padres y Maestros) Corresponde a todos la tarea de educar en valores, Esta realidad (la transmisión de valores se produce no sólo por vía de la familia o la escuela sino también a través del entorno social y de los medios de comunicación) puede fácilmente quedar en agua de borrajas, precisamente por la falta de concreción a la hora de establecer responsabilidades, por quedar los valores diluidos en un mar que no es de nadie, por los contradicciones y ambigüedad de los mensajes, o por la dificultad que supone para los educadores luchar contra ese poderoso gigante que son los mass media. Por eso es preferible partir de esta otra premiso: La educación en valores debería ser una tarea conjunta de padres y profesores. Y subrayo lo de conjunta porque no es lo mismo ir cada uno por libre que, como los habitantes de Fuenteovejuna, todos a una.
La necesidad de un compromiso
Pero para que esto sea posible tiene que haber un compromiso previo por parte de ambos, padres y profesores, que propicie la acción común. Hoy ya nadie se plantea, por obvia, la necesidad de establecer una educación en valores desde la escuela, íntimamente ligada al resto de los aprendizajes, Su carencia es un hecho que altera y desestabiliza el fin último de la educación, que es hacer posible el aprendizaje. Y aunque en España todavía no hemos llegado a los niveles de Estados Unidos, donde el cacheo y los detectores de armas a la puerta de los colegios es ya algo habitual, también aquí los niños son víctimas de la crisis de valores que afecta a la sociedad. Entendiendo por crisis la actual coyuntura histórica en la que, por un lado, se cuestionan o no se aceptan ideas y valores de ¿,pocas posadas, y por otro, se producen uno serie de contradicciones y conflictos difíciles de afrontar precisamente por el pluralismo y la ausencia de modelos absolutos, por el relativismo de los valores, por los cambios experimentados en la familia, por el deterioro del medio ambiente y la naturaleza, por el desfase cada vez mayor entre países ricos y pobres, por la presencia de valores emergentes, por la influencia de los medios de comunicación.. Sólo desde un compromiso conjunto y una clara tomo de conciencia del esfuerzo y tiempo que requiere lograremos una auténtico educación en valores sin escurrir el bulto, una debilidad, en la que caemos tanto padres como profesores, y que es muy humana, por otra parte, si tenemos en cuento el ritmo de aceleración y el estrés con el que vivimos. Los profesores alegan que bastante tienen ya con hacer que los alumnos aprendan la materia correspondiente y los padres, agobiados por los deberes y corroídos por la ansiedad de que nuestros hijos logren superar con éxito la selectividad, olvidamos que un suspenso es mucho menos importante que su formación humana. Así pues, el primer paso para lograr este compromiso seria analizar conjuntamente las posibles causas que dificultan la educación en valores y concienciarse en serio de su importancia. Concienciarse en serio no es hacer declaraciones de principios del tipo: "Lo más importante en la educación son los valores de la persona', cuando la realidad nos demuestra lo contrario, Ni tampoco vale autoengañarse justificando la educación en valores con unas materias transversales que del modo en que se plantean muchas veces son sólo una trampa para cubrir el expediente. Seamos realistas: ¿Cuánto tiempo se dedica a las matemáticas y cuanto a la educación en valores? ¿Cuánto tiempo tienen que dedicar los alumnos a hacer deberes? ¿Cuánto tiempo les queda para hablar con sus padres? ¿Cuántas veces actuamos en consonancia con esos valores en los que supuestamente creemos?
La capacitación para formar en valores
Para formar en valores hay que estar capacitado. Si les estamos diciendo a nuestros hijos que lo más importante es que sean personas y que crezcan en humanismo, no podemos preocuparnos sólo por sus notas. Esta es una queja generalizada de los profesores: "A los padres sólo les importa que sus hijos aprueben", y de los hijos: "A mis padres lo único que les importa son las notas". Hecho del que los propios padres no son conscientes hasta que alguien les hace caer en la cuenta. Por ejemplo, muchos de los padres del colegio al que va mi hijo pequeño, después de haber asistido a los cursos de la Escuela de Padres, se han dado cuento de lo mal que lo estaban haciendo con sus hijos. Toda su obsesión era estar encima ce ellos para que hicieran los deberes en cuanto llegaban del colegio y luego meterles prisa para que se bañaran, cenaran y se fueran a la cama. El diálogo no existía, sólo las órdenes, los gritos, la prisa y los castigos (hablo de padres que quieren (, sus hijos y se preocupan por ellos, si no, no estarían asistiendo a una Escuela de Padres). Pero ¿quién ejerce presión sobre quién? ¿Acoso los profesores con sus planteamientos a veces poco realistas (mi asignatura es lo más importante del mundo y el diez sólo se lo doy a Dios) no contribuyen a esta obsesión de los padres? Veamos, pues, las capacidades que son necesarios para formar en valores:
Tal lista de capacidades puede asustar a cualquiera, Sin embargo, todos podemos desarrollar estas capacidades, sólo hay que tomar conciencia de ellas y engrasarlas de vez en cuando. Se trato de lograr un clima de autentica cooperación entre padres, profesores e hijos/alumnos, en el que una formación previa de los educadores es indiscutible.
Construir un Proyecto de Centro en valores
El segundo paso sería construir entre todos: padres, educadores e hijos/alumnos un proyecto de centro en valores. ¿Qué ventajas tiene esto? La primera es que cualquier proyecto funciona mejor cuando uno se siente implicado, ya que se considera como algo propio. Una segundo ventaja es que padres y profesores pasan a ser cómplices en lugar de enemigos. Otra es que los padres, desde casa, pueden reforzar la labor de¡ colegio y a la inverso. Una cuarta seria que los hijos/alumnos ven que es un proyecto que realmente merece la pena. Además, los padres reciben ayuda y se sienten más arropados. Y es más fácil lograr un clima de confianza. Y evitamos sentirnos solos en esta difícil tarea. Y resulta más fácil luchar contra las triquiñuelas de los hijos: "todos mis amigos salen hasta las doce", "Nadie lleva estas deportivas", etc. Sin embargo muchos centros construyen su proyecto de educación en valores desde la dirección y el profesorado, con una concepción vertical, en la que los padres quedan incluso al margen, Evidentemente, el grado de participación no puede ser el mismo, pero si es importante que los objetivos para desarrollar la dimensión moral de los chavales sean los mismos, debe haber una coherencia entre lo que viven en casa y lo que viven en el colegio, ¿Y cuáles serían estos objetivos? El logro de las siguiente habilidades:
La sociedad actual, plural y cambiante, exige un modelo de educación moral basado en la construcción racional y autónoma de valores, pues de nada sirven los valores inculcados a fuerza de adoctrinamiento. Se trata de formar personas intrínsecamente buenos, que tiendan a responsabilizarse de lo que ocurre a su alrededor, a ser justas y solidarios y a trabajar en favor de la paz y la cooperación.
Estrategias
Las estrategias para lograrlo son múltiples: la clarificación de valores (los niños realizan un proceso de reflexión para hacerse conscientes de lo que se valora, acepta o piensa), discusiones de dilemas morales, diagnóstico de situaciones, el role-playing (representación de situaciones conflictivas donde se da un cambio de papeles: por ejemplo los que tienden a ser abusones representan el papel de pisoteados, etc.) y el rolemodel (fomentar el conocimiento y la empatía hacia personajes que han destacado positivamente por sus acciones o por su vida), análisis y comprensión critica de la realidad (o través de prensa, programas de televisión, películas, comentario de textos, lectura de libros, lectura de imágenes, canciones y danzas, hechos históricos o científicos, problemas matemáticos, cartas, taller de cuentos...), tutorías, celebraciones dedicados a un tema en concreto con distintos actos, donde se implica todo el colegio: el día de la paz, la semana de la solidaridad, etc., o las materias transversales (educación moral y cívica, para la paz, para el consumo, ambiental, no sexista, para la salud, vial), teniendo en cuento que no se trata de salpicar la asignatura de ciertas actividades aisladas que justifiquen la educación en valores, sino en hacer un planteamiento de la asignatura desde dichos valores y en implicar ci los padres (¿por qué no idear tareas que incluyan, por ejemplo, ver toda la familia una serie de televisión y analizarla desde distintos puntos de vista o hacer un cartel sobre la paz, pieza musical, obra de teatro, etc, en familia? las estrategias son múltiples, pero de lo que se trata es de que los valores de la persona (padre o docente) trasciendan a todos sus actos. Una persona que vive los valores, transmite y enseño valores. Los profesores que viven su asignatura como un valor en sí misma, son capaces de hacérsela ver bajo este prisma a sus alumnos, Los padres, que viven de acuerdo a sus valores y comparten aficiones y momentos con sus hijos en un clima de confianza y complicidad, están realizando una labor permanente en la transmisión de valores. Pues como decía Aranguren: La virtud, las virtudes, no están ahí, a priori, como trajes en un almacén de ropas hechos, esperando a que los hombres se revistan con ellas, y ante el filósofo moral paro que los "deduzca" racionalmente, sino que se van alumbrando y descubriendo en un lento proceso histórico-moral,
Actividades para padres y profesores:
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