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Orientación y Tutoría (El texto completo se encuentra en la página de la CEAPA ) La calidad de la educación, uno de los grandes objetivos que persigue la LOGSE (Titulo Cuarto. De la calidad de la enseñanza. Art. 55 a 62), es un concepto complejo, con diferentes significados, compuesto por diversos factores que intervienen en el proceso de enseñanza-aprendizaje y que en ningún caso podemos asociarla con una mejor preparación intelectual o de instrucción de los alumnos, por lo que ello supondría de reduccionismo.Efectivamente, la orientación educativa se constituye (Art. 55 de la LOGSE) como uno de los factores que favorecen la calidad y mejora de la enseñanza. Si ya la orientación educativa se plantea, por su propia concepción, como objetivo prioritario «favorecer el máximo desarrollo del alumno», entonces lograr la mejor implantación de la orientación, se convertirá en uno de los retos de la educación del futuro. De esta forma, la Orientación se constituye en uno de los factores esenciales del sistema educativo, que puede proporcionar calidad al «producto» educativo que genera nuestra escuela. Importantes compromisos aparecen reflejados en la LOGSE (Art. 60) a este respecto: que la orientación forme parte de la función docente; la obligación de los centros educativos para coordinar estas actividades; garantía de las administraciones públicas en la implantación de la orientación; que la actividad orientadora sea realizada por profesionales especializados. Los padres y sus organizaciones, APAs, Federaciones y Confederaciones, pueden desempeñar un importante papel en la vertebración de unos servicios que desarrollen la función orientadora, con una nueva concepción que pueda dar respuesta a las necesidades planteadas OBJETIVOS Y EXPECTATIVAS
Con el presente documento, tanto en el desarrollo temático que desarrollamos a continuación como en las propuestas de actividades y de trabajo colectivo que proponemos, perseguimos alcanzar los siguientes objetivos: 1 Tomar conciencia de la necesidad de implantar la orientación, de forma generalizada, como agente de calidad del sistema educativo y como proceso intrínseco a la propia educación. 2 Comprender la orientación como una tarea compleja y necesariamente cooperativa, con una concepción eminentemente preventiva. 3 Entender la orientación como un proceso continuo a lo largo de la vida del individuo y con unas perspectivas más amplias de los criterios imperantes hoy día. 4 Alcanzar una visión de conjunto y una actitud adecuada para poder colaborar en el desarrollo de programas de Orientación en Centros. 5 Extender la idea de que alcanzar la educación integral de los alumnos necesita de la tutoría como elemento importante del currículo, tanto en Educación Infantil y Primaria, como en Secundaria. 6 Relacionar la orientación con temas de capital importancia para el movimiento asociativo de padres tales como: cooperación, comunicación, participación, relación padres-profesores. 1. ¿Qué entendemos por orientación? 1.1. Introducción La práctica de la orientación como una actividad organizada y dirigida al logro de objetivos específicos, arranca de la primera década del siglo XX, identificada con el ámbito profesional en sus inicios y extendiéndose a otros campos con posterioridad donde toma cuerpo de disciplina educativa. En nuestro país, a excepción hecha de la creación del primer Instituto de Orientación Profesional de España (Barcelona, 1918) y del Instituto de Orientación y Selección Profesional (Madrid, 1924), muy poco es lo que ha trascendido a la comunidad educativa sobre este mecanismo dirigido a cualificar la práctica educativa, y lo que ha llegado ha sido -a juzgar por muchos autores- de una manera parcial y sesgada al considerar la orientación casi únicamente en su dimensión de corrección de problemas (perspectiva terapéutica) y de información profesional (elección vocacional). Ello ha dado lugar a una concepción estática y deformada de la orientación, que en estos momentos está siendo contestada con un enfoque dirigido a la prevención y al desarrollo. El debate sobre la Reforma del Sistema Educativo, y la publicación de la LOGSE (1990), han traído el tema a un primer plano. Por ello es necesario que desde el movimiento asociativo de padres, abordemos el concepto de Orientación con una nueva imagen, en un contexto educativo más amplio que atienda a la prevención y al desarrollo del potencial del alumno (asumimos todas las recomendaciones para el uso no-sexista de la lengua; en lo sucesivo y con el fin de simplificar la lectura del texto, donde dice alumno, debe decir alumno/a) y que tome en consideración a cada uno de los factores que constituyen el sistema educativo, satisfaciendo las necesidades que la sociedad espera de la educación. 1.2. Un poco de orden en la confusión terminológica En los últimos años se ha venido utilizando de manera un tanto imprecisa e incluso como sinónimos, distintos términos relacionados con la Orientación. Rafael Bisquerra (1991), recoge gran parte de ellos, de los que recordaremos los más usuales:
Este listado de definiciones y enfoques, que no pretende ser exhaustivo, nos sirve, para mostrar con claridad la diversidad terminológica que existe en Orientación. A la vista de esta realidad, el profesor Bisquerra, opina que lo más prudente sería hablar de Orientación a secas, evitando así posibles confusiones que los calificativos puedan ocasionar. Con todo, es preciso señalar que se viene observando la introducción progresiva del término «psicopedagogía» para referirse al concepto que estamos proponiendo, sobre todo en documentos de la reforma educativa. En resumen, por Orientación entendemos un proceso de ayuda continuo a todas las personas, en todos sus aspectos, con una finalidad de prevención y desarrollo, mediante programas de intervención educativa y social, basados en principios científicos y filosóficos. 1.3. Breve revisión de los modelos tradicionales El concepto de Orientación que ha prevalecido hasta ahora, se ha entendido como un servicio para atender las demandas de los alumnos con necesidades especiales («casos» difíciles, fracasos escolares, necesidades educativas especiales). Este modelo pone el énfasis en los servicios que hay que prestar a un núcleo parcial de la población, con un carácter también parcial, predominantemente terapéutico y pasivo, que espera que la demanda del servicio se produzca por parte del alumno, profesores o padres, para generar la acción. Es un modelo que como vemos actúa directamente sobre los problemas, entiende que se debe actuar una vez que se han producido estos y obvia la necesidad de intervenir sobre el contexto donde se generan. Las funciones principales del modelo de «servicios de Orientación», al que estamos haciendo referencia, serían las siguientes:
También se incluyen en este modelo los servicios de información profesional, cuya función consiste en proporcionar información sobre estudios y profesiones 1.4. Hacia una nueva imagen de la orientación Como alternativa al modelo tradicional de servicios, aparece un cambio de enfoque, que no espera a que se produzca una demanda para iniciar la intervención; que da prioridad a los principios de prevención y desarrollo; dirigidos a la totalidad de los alumnos. Esto supone un paso del modelo de servicios al enfoque de programas de intervención. Como señala Rodríguez Espinar (1986), una nueva imagen del orientador tiene que irrumpir en el contexto educativo. Una imagen proactiva que tome en consideración el contexto, que atienda a la prevención y al desarrollo y que su radio de acción traspase las paredes del recinto escolar. Con estas apreciaciones revisaremos los tres principios básicos en los que fundamentar esta nueva imagen de la orientación: A) Principio de prevención: Prevenir significa evitar que algo malo suceda. La llamada prevención primaria pretende reducir el índice de nuevos casos. Para ello hay que actuar en contra de las circunstancias negativas antes de que tengan oportunidad de producir efectos. En el campo educativo la prevención toma sentido al anticiparse a la aparición de circunstancias o situaciones que puedan ser un obstáculo al desarrollo de una personalidad sana e integrada, propiciando que pueda desarrollar al máximo sus potencialidades. Llevar a la práctica educativa el principio de prevención supone:
B) Principio de desarrollo de capacidades: Si la educación tiene como máximo objetivo el desarrollo de las capacidades, habilidades y potencialidades de la persona, la orientación puede ser un agente activador y facilitador de ese desarrollo. Para lograrlo se debe dotar al alumno de las capacidades necesarias para afrontar las demandas de cada etapa evolutiva y el proporcionarle las situaciones de aprendizaje que facilite el progreso del mismo. Este planteamiento supone tener en cuenta las siguientes cuestiones:
C) Principio de intervención social: Diversas investigaciones realizadas en los últimos años nos hablan de la inoperancia de una intervención educativa que no tenga en cuenta los elementos o factores ajenos al marco escolar pero que fuera de la escuela inciden de forma importante en el desarrollo personal de los alumnos, de manera que pueden bloquear su desarrollo (obstáculos ambientales). Si la educación es un proceso de aprendizaje continuo que no acontece sólo en el marco escolar, lógico es pensar que debemos prestar atención a los otros marcos sociales donde también se produce aprendizaje. Tener en cuenta este principio supone en la práctica:
2. Programas de orientación para la prevención y el desarrollo 2.1 ¿Qué entendemos por programa? En la actualidad no disponemos de una definición sobre el concepto «programa» que sea unánimemente aceptada por todos. El término programa se viene utilizando en la actualidad de forma imprecisa y con distintos significados entre los profesionales de la orientación. Entre las varias propuestas que nos encontramos en la literatura especializada, resaltaremos, aún con sus limitaciones, la de Bisquerra (1991) por su concisión y brevedad. Este autor define a un programa «como una acción planificada encaminada a lograr unos objetivos con los que satisfacer unas necesidades». Hemos de aclarar en este sentido que muchos «pequeños» programas toman sentido y eficacia en tanto que se integran en otros más amplios de carácter más general. Esto resulta evidente cuando se aplican programas integrados de forma secuencial a lo largo de todo el proceso educativo, a través de este trabajo continuado es cuando se pueden obtener los resultados más satisfactorios. 2.2 La implantación de programas para la prevención y el desarrollo Con el concepto de Orientación para la prevención y el desarrollo que venimos barajando, el orientador no espera a que se produzca la demanda para intervenir, sino que se adelanta incluso a la aparición del problema. Este enfoque no supone negar la importancia de la relación individualizada, ni los programas de orientación centrados exclusivamente en la atención a los problemas individuales. En todo caso es un reduccionismo que conviene evitar. Tampoco quiere decir que se deban olvidar otros aspectos como diagnóstico, tratamiento, asesoramiento etc. En este sentido Bisquerra (1991) sugiere la implantación de programas equilibrados, que incluyan prevención, desarrollo y tratamiento. A) Condiciones para la implantación de programas: Para implantar programas de orientación en los Centros se deben tener en cuenta una serie de condiciones. Entre ellas tendremos en cuenta las siguientes:
B) ¿Qué tipo de programas seleccionar? Ante todo hemos de tener en cuenta a la hora de seleccionar los programas de orientación que éstos deben de referirse a un contexto en concreto y a unas necesidades concretas. No se puede recomendar la implantación de unos u otros programas con carácter general. A continuación expondremos una serie de programas de intervención, relativos a todos los niveles educativos según la nueva terminología de la LOGSE.
2.3 El papel del orientador El desarrollo del nuevo concepto de Orientación que estamos exponiendo, lleva consigo la necesidad de plantearnos dos cuestiones. En primer lugar, quién va a llevar a cabo los programas de orientación; y en segundo lugar qué actitud debe mantener estas personas. Respecto a la primera cuestión, debemos considerar profesionales de la Orientación a los pedagogos, psicólogos, asistentes sociales y en el futuro a los titulados en psicopedagogía. También hablaremos de agentes orientadores, dado que la orientación es inseparable del proceso educativo, en el caso de los profesores en general, de los tutores de grupos de alumnos y por supuesto de los padres. En cuanto a la segunda cuestión, el orientador debe ser un agente de cambio, que tenga en cuenta que el marco contextual donde se desarrolla el individuo es su principal condicionante. Y que sea capaz de provocar cambios no solamente en los alumnos, sino también en el sistema, en los objetivos, en las funciones, y en definitiva en la institución educativa. Ahora bien, todo cambio no surte efecto si no se produce desde abajo, naciendo de las necesidades concretas de cada comunidad educativa. En este sentido los padres, las APAs, tienen un papel primordial que desempeñar de unión entre la escuela y la sociedad. Aceptemos el papel del orientador como dinamizador, pero no olvidemos que los cambios duraderos, suelen venir del trabajo y el esfuerzo cooperativo. 3. La orientación y los padres 3.1. Bases para una orientación con padres En la intervención orientadora con padres podemos distinguir dos grandes enfoques. En el primero se prioriza el núcleo familiar individualizado, mientras el segundo se interesa más por los principales entornos que inciden en el desarrollo de los alumnos (hogar, escuela, barrio,...). El primer enfoque, donde se prioriza el núcleo familiar, tiene como objetivo dotar a los padres de conocimientos psicopedagógicos, desarrollar sus capacidades educativas y mejorar los métodos de interacción con los hijos. El método de trabajo es sobre todo la información, dominio de conocimientos y desarrollo de habilidades como padres. En el segundo enfoque la intervención se centra más en el contexto. No se trataría tanto de actuar sobre los desajustes o conflictos, como de mejorar las condiciones escolares, familiares y sociales que generan la inadaptación. A diferencia del punto de vista anterior, pretende involucrar a los padres desde el centro educativo en la identificación y mejora de las condiciones ambientales, de tal manera que se facilite al máximo el desarrollo personal y social de sus hijos al tiempo que se favorece la acción conjunta de los responsables educativos. Desde nuestro punto de vista este último enfoque es el más adecuado para desarrollar la acción orientadora con los padres ya que afronta el problema de la necesaria relación padres/centro educativo. Basándonos en estas premisas resaltaremos como ejes principales en los que debe basarse la orientación a los padres: la comunicación, cooperación y participación. 3.2. Estrategias de actuación Enlazando con el punto anterior, es obvio que las vías de actuación deben concentrarse en buscar «puntos de encuentro» entre profesores y padres; en potenciar y/o crear «convenios de relación» entre ambos y el entorno social. Para alcanzar estas metas podemos trabajar a varios niveles. A) Nivel de información: Los padres y el centro educativo disponen de gran cantidad de información captada de las observaciones, circunstancias, detalles,... que suelen pasar desapercibidos para los otros. Si los maestros y los padres no se informan recíprocamente, difícilmente se puede conseguir la confluencia de esfuerzos. Por lo tanto lograr que ambos lleguen a trasmitir lo que viven, conocen y practican es el primer paso de la intervención orientadora. ¿Cuándo es preciso este intercambio de información?. Es extensible a todo el periodo de escolaridad, pero de manera especial en los momentos y los aspectos referidos a continuación: 1º A la entrada del centro: Los primeros meses de curso, es un tiempo clave para intercambiar información precisa, objetiva y lo menos burocrática posible sobre cuestiones que interesen tanto a los padres como a los profesores.
2º En los momentos de transición: Los cambios de curso y sobre todo los de ciclo, suelen ser momentos críticos para los alumnos que notan el cambio de metodologías y de profesor, por lo que es un momento especialmente importante para intercambiar información sobre el desarrollo evolutivo y educativo del alumno.
3º A la salida del centro: La transición de un centro educativo a otro, por el cambio de nivel educativo (Primaria a Secundaria), o por la incorporación al mundo laboral, suele ser uno de los momentos más delicados y de mayor transcendencia en la vida educativa de un alumno. Los padres y los profesores deben de intercambiarse información precisa:
B) Nivel de participación: De lo expuesto hasta ahora, referente a la relación profesores-padres, en el nivel informativo, podemos deducir fácilmente que de este conocimiento no se deriva la necesaria convergencia de ideas y criterios entre padres y maestros. Por ello, y sin desvalorizar el primero, proponemos un segundo nivel de relación donde en un clima de diálogo y de aceptación de sugerencias mutuas toma auténticamente sentido la participación. Para que este nivel de participación sea realmente efectivo requerirá planificar cuidadosamente ciertos aspectos antes, durante y después de su realización (fijar los objetivos del encuentro, facilitar un ambiente amistoso, agradecer la participación,...). Para Rodríguez Espinar, la participación puede ejercerse a tres niveles:
Buenas vías para favorecer la participación la constituyen las reuniones de aula, los equipos de colaboración padres-profesores, la Asociación de Padres, etc.. Entre otras propuestas participativas queremos destacar las reuniones de aula, que permiten, con un mínimo nivel organizativo, la creación de espacios de comunicación y trabajo estable de padres y profesores. Las reuniones de los padres de una misma clase y los profesores que trabajan con un mismo grupo, brindan una interesantísima oportunidad de relación de la que se pueden obtener grandes beneficios:
C) Nivel de formación. Escuelas de padres: Es sabido que la falta de participación de los padres, y de relación con los profesores, se esconde bajo manifestaciones como «Los padres no estamos preparados para... », «¿sobre qué actuar?», «¿cuándo?», «¿con quién?». Se trataría de ayudar a los padres en el desarrollo de actitudes y destrezas que faciliten procesos educativos que hagan converger a los padres y la escuela. Para muchos, el auténtico motor de este proceso formativo es la experiencia concreta, que padres y maestros viven a partir de sus actuaciones, contrastando experiencias similares y considerando soluciones alternativas. Otra vía formativa es la creación de Escuelas de Padres, encaminadas a mejorar la competencia educativa de los propios padres y de propiciar ambientes favorables para el desarrollo de sus hijos en colaboración con el trabajo realizado por los profesores. CEAPA en estos últimos años ha ido perfilando un modelo de Escuelas de Padres, basado en la participación activa de sus miembros. En ambos casos, los Departamentos de Orientación de los centros tienen un papel que desarrollar dinamizando la participación y colaboración de padres-maestros y creando conjuntamente con las APAS Escuelas de Padres. D) Nivel de orientación personalizada: Por último en esta revisión que estamos realizando de la relación entre padres y profesores, no debemos olvidar la estrategia necesaria para satisfacer la demanda de «ayudas especiales», que superen el propio ámbito del centro educativo (inadaptaciones graves, estados de angustia, intentos juveniles de suicidio,...). En esta situación el papel de maestros y tutores, será el de informar a los especialistas y poner a éstos en contacto con ellos, al tiempo que colaborar con las pautas de actuación que éstos fijen. Los Equipos psicopedagógicos de sector pueden ocupar este marco de orientación. 4. Acción tutorial 4.1 ¿Es necesaria la tutoría? Para dar respuesta a la pregunta ¿es necesaria la tutoría? es preciso que nos planteemos previamente el tipo de educación que queremos para nuestros hijos. Si pensamos en un tipo de educación que dé respuesta al desarrollo integral de todas sus potencialidades, es decir, que no se centre en un sector, en una parcela del individuo, como puede ser la mera instrucción o transmisión de conocimientos, y si tenemos en cuenta que ello requiere la puesta en práctica de programas de prevención tal y como aquí los hemos expuesto, entonces, sí, la tutoría es esencial en el proceso educativo. Su papel se centraría básicamente en los siguientes objetivos:
En definitiva: La función tutorial, es una actividad orientadora que realiza el tutor, vinculada estrechamente al propio proceso educativo y a la práctica docente, dentro del marco de la concepción integral de la educación. Para cubrir esta necesidad orientadora, es preciso potenciar la figura del tutor en todas las etapas y modalidades educativas, como parte integrante e inseparable del propio proceso educativo. ¿Qué áreas debe cubrir el tutor en el ejercicio de sus funciones? :
Por consiguiente, la figura del tutor en un sistema educativo que propugna la calidad de los productos que ofrece a la sociedad nos aparece, en pura congruencia con lo anteriormente expresado, como una figura a potenciar como parte integrante e inseparable del propio proceso educativo. La siguiente cuestión que debemos plantearnos es ¿cualquier tipo de actuación es válida?. ¿Qué características debe reunir la función tutorial? Responderemos a estas preguntas con las siguientes consideraciones:
4.2. La tutoría en la reforma educativa La LOGSE (1990), en el Título Cuarto reservado al tema de la calidad de la enseñanza, resalta cómo la orientación educativa y profesional es uno de los factores que la favorecen. El Artículo 60 se refiere a la tutoría en los siguientes términos:
El Libro Blanco para la Reforma del Sistema Educativo (1989), en su capítulo 15, traza un perfil de la Orientación Educativa, tal como se implantará en nuestro país en los próximos años cuando la reforma aprobada por la LOGSE se vaya desarrollando. En este documento se perciben claramente los tres niveles a los que se quiere organizar la orientación escolar: el aula, el centro educativo y el sistema escolar. Se parte del principio del derecho de los alumnos a la orientación, como parte esencial del también reconocido derecho a la educación. Tomando como punto de referencia este hecho y el propio grupo docente, articula un sistema basado en los tres niveles anteriormente citados, que comentaremos brevemente: 1º La orientación toma sentido cuando va unida a la propia práctica educativa y la función tutorial debemos considerarla como aspecto esencial de la propia función docente. En consecuencia, todo profesor tendrá funciones orientadoras, sin perjuicio de asignarla de modo más expreso y formal al profesor tutor. 2º La orientación se plantea como una actividad especializada que requiere para algunas de las actividades orientadoras y de intervención psicopedagógica, una cualificación que no es posible exigir al profesorado. En este marco se encuentran los Departamentos de Orientación, coordinados por un profesor especialmente cualificado para ello, que asesore y dinamice la actuación orientadora de los centros. 3º Además surge un tercer nivel de demandas que no se pueden afrontar desde el propio centro y que requieren un equipo de especialistas específicamente preparados, con unos horizontes más amplios que los del propio Departamento de Orientación, son los Equipos Interdisciplinares (pedagogo, psicólogo, asistente social) de sector. 4.3 Los planes de acción tutorial La tutoría no es una acción, como ya hemos comentado, que se desarrolle de forma aislada, sino que debemos entenderla como una actuación educativa que debe realizarse de forma colectiva y coordinada, de forma que implique a los tutores, a todos los profesores y al centro educativo en general. Por ello la tutoría debe estar sujeta a una adecuada planificación y organización. A esta actuación educativa programada es lo que llamaremos Plan de Acción Tutorial. Planificar los Planes de Acción Tutorial en los centros toma un sentido pleno si tenemos en cuenta los siguientes aspectos:
A) El Plan de Acción Tutorial en el Proyecto Educativo de Centro (PEC) y en el Proyecto Curricular (PC): Nos encontramos en unos momentos donde, como consecuencia de la aplicación de la LOGSE, los centros educativos tienen que buscar su propia idiosincrasia, adaptando la enseñanza al contexto social y cultural donde se encuentren. Como producto de esta adaptación aparecen los planteamientos institucionales que denominamos Proyecto Educativo de Centro como instrumento de gestión y Proyecto Curricular como instrumento regulador y de coordinación del proceso de enseñanza. En ambos instrumentos debe estar incluida una referencia al Plan de Acción Tutorial, de manera que desde los dos puntos de vista señalados se clarifiquen aspectos tales como:
B) Funciones del tutor: De forma genérica podríamos decir que el tutor tiene dos funciones principales que desarrollar: Por un parte, es el encargado de llevar a la práctica todos los objetivos, orientaciones organizativas y metodológicas que aparecen aprobadas en el Plan de Acción Tutorial. Por otra, es el encargado de llevar a la práctica el derecho de los alumnos a recibir una orientación educativa y profesional a lo largo de su vida escolar. Adaptar cada año el Plan de Acción Tutorial a las características y peculiaridades del grupo de alumnos que le corresponda tutorizar tanto en su vertiente individual como en la del grupo-clase, será una de las tareas principales que tendrá que abordar el tutor. Entre las funciones más importantes que en el momento actual tiene que realizar el tutor destacaremos las siguientes:
Además, siempre que hablemos de funciones que tiene que realizar el tutor, planificaremos actividades para los alumnos, para los padres y para los profesores. C) El tutor y el grupo-clase: Una función del tutor que no suele estar valorada en la auténtica amplitud que debería tener, es potenciar una evolución y desarrollo positivo del grupo-clase que le ha tocado tutorizar. Con frecuencia se olvida que el alumno está inserto en el grupo de su clase, donde comparte experiencias, iniciativas, aprendizajes, etc. y que en gran medida en lo que respecta a los tiempos escolares, su desarrollo dependerá de la dinámica concreta del propio grupo. Los centros educativos deberían poner mucho mas cuidado en la forma en que se constituyen los grupos-clase, tomando conciencia del papel de éstos en el desarrollo individual de los alumnos. Muchas veces vemos como los grupos se organizan con criterios burocráticos: orden de matrícula, orden alfabético, elección de optativas, etc., sin atender a otros criterios psicosociales como: líder o líderes, grado de interacción y cohesión de los miembros del grupo, lazos afectivos, etc. que facilitarían enormemente el trabajo del tutor y resultarían de gran ayuda tanto para potenciar el aprendizaje conceptual como para desarrollar la educación de actitudes y valores. La actuación del tutor con respecto al grupo que tutoriza debe de ir encaminada a lograr que cada alumno pueda integrarse en grupos donde conviven personas distintas y satisfacer las necesidades básicas de relación personal que tenemos todos: necesidad de ser aceptado y valorado, necesidad de sentir que participa en el grupo, sentirse necesario, etc. El tutor deberá programar las actividades más adecuadas para lograr que el grupo sea capaz de satisfacer las necesidades interpersonales de sus miembros y de respetar las diferencias y peculiaridades de cada uno. El tutor deberá prestar atención a los siguientes aspectos:
Adquirimos compromisos El colectivo de padres y madres, como primeros interesados en la educación de sus hijos, tiene que profundizar acerca de todos los fenómenos educativos que hemos expuesto en los apartados anteriores. Todo ello no con la intención de sustituir a los técnicos en educación, sino para pedir con equilibrio, pero con seguridad, que se introduzcan en la vida de los centros aquellos programas de orientación que en cada contexto social y cultural sean más adecuados para facilitar el desarrollo personal de los alumnos. Las actividades de formación, en cualquiera de sus modalidades, representan momentos propicios para reflexionar sobre aquellas cuestiones que interesan para la educación de nuestros hijos. Todos podemos de una manera u otra difundir e invitar a la reflexión a otros padres y madres sobre las cuestiones planteadas en este documento que más nos preocupen. Para facilitar la difusión sobre la Orientación y la Tutoría, plantearemos en forma de mensajes una síntesis de los aspectos más importantes de este documento. MENSAJE 1: La Orientación tiene un enfoque preventivo Ya no se trata de esperar a que aparezcan los problemas personales y educativos para intervenir, sino que se trataría de anticiparse con una serie de programas de orientación dirigidos a todos los alumnos tendentes a la prevención y el desarrollo. MENSAJE 2: Los centros tienen que planificar programas de Orientación Es necesario que los Equipos Directivos, El Consejo Escolar, la APA y toda la comunidad educativa se conciencien de la necesidad de implantar de forma progresiva programas de orientación y tutoría dirigidos tanto a los alumnos como a los padres y profesores. MENSAJE 3: El sistema educativo debe proveerse de los recursos necesarios Para poder desarrollar los programas de orientación es necesario que el sistema generalice la implantación de los Departamentos de Orientación tanto en los centros de Primaria como en los de Secundaria, así como los Equipos Interdisciplinares de Sector. MENSAJE 4: La Orientación también debe de ir dirigida a los padres La Orientación también debe dirigirse a los padres con criterios de cooperación, comunicación y participación, de manera que se facilite su intervención en los contextos escolares, familiares y sociales. MENSAJE 5: La tutoría es muy importante para el desarrollo integral de los alumnos Para dar respuesta al desarrollo integral de todas las potencialidades de los alumnos no es suficiente con la mera instrucción, es preciso desarrollar programas de orientación desde la tutoría. Tanto en Primaria como en Secundaria es necesario desarrollar Planes de Acción Tutorial que dinamicen esta importante vertiente educativa. Si quieres ver el texto completo entra en : CEAPA Bibliografía ARNAIZ (1995): La tutoría, organización y tareas. Graó. Barcelona BISQUERRA ALZINA, R. (1991): Orientación psicopedagógica para la prevención y el desarrollo. Boixareu Universitaria. Barcelona. GALVE Y GARCIA (1992): La acción tutorial. CEPE. Madrid GORDILLO, M.V. (1988): Manual de orientación educativa. Alianza. Madrid. MEC. (1990): La Orientación Educativa y la Intervención Psicopedagógica. ORTEGA Y OTROS (1988): Tutorías. Qué son, qué hacen, cómo funcionan. Editorial Popular. Madrid |
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