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TUTORÍA EN LA E.S.O. Introducción Para comenzar, conviene plantear una distinción que los actuales profesores de Secundaria, Antiguo Bachillerato, siempre se han hecho: Aspectos educativos, formativos, frente a aspectos instructivos, informativos. Para los profesores de Secundaria, cuando hablaban de su labor en un centro escolar siempre pensaron que debían dedicarse a impartir conocimientos. Los aspectos educativos - formativos eran considerados labor esencial de la educación primaria. En todo caso, para los profesores de Secundaria, la educación - formación sería una mera consecuencia de la instrucción. El centro de Bachillerato había de preocuparse simplemente de dar una instrucción que preparara para abordar con éxito una carrera universitaria. De tal manera, que se suponía que los programas estaban meramente al servicio de una instrucción - amuebladora de la cabeza, en sus aspectos intelectuales y que los aspectos de orientación, hábitos sociales, trato, formación de actitudes éticas, cívicas... se producían espontáneamente, o se consideraba labor de la familia o, como decía, de los centros de primaria. En definitiva, se pensaba que cuanto mayores eran los alumnos, menor debía ser la intervención educativa del profesor y, por el contrario, mayor la responsabilidad instructiva de cara a la adquisición de unos determinados conocimientos, sin tener en cuenta las implicaciones educativas de los mismos. El progreso en hábitos de educación se supone que se produciría por generación espontánea. Por otro lado, la preparación del profesorado de Secundaria o Bachillerato es una preparación meramente intelectual, sin las aportaciones de la Pedagogía, la Psicología o la Didáctica que deberían estar presentes en todos los profesionales que se dedican o dedicarán a la educación, no sólo a la enseñanza. El CAP es un barniz muy escaso, muy superficial, que, como muchas instituciones, ha servido para poco. No cubre las necesidades de preparación pedagógica que necesitan los futuros profesores. La afirmación parece gratuita, pero no sería dificil justificarla. Aún más, muchos profesores de Secundaria, Bachiller, no sólo no creen (la ignorancia es atrevidísima), en las bondades de las ciencias citadas, (Psicología, Pedagogía, Didáctica), ni en sus aportaciones, sino que incluso tienen prevención a que en los Centros Educativos actúen psicólogos u orientadores. ¡Los consideran un peligro! Decía que hay aún más: muchos de estos profesores creen que la Didáctica de su propia asignatura es una tontería, «cosas de maestros» y de modernos con vocación de prestidigitadores para camelar a los alun-tnos, para evitarles cualquier esfuerzo, o para «egebeizar» la enseñanza secundaria, que debe ser el yunque donde se forjen las mentes de los bachilleres para que afronten luego con éxito las durezas y los sinsabores de la sesuda, arcana y profunda «ciencia» de la universidad. Por otro lado, en este ambiente en el que la educación es instrucción, mera transmisión de conocimientos, tampoco se ha planteado esta labor de manera personalizada o individual. De tal manera que esa transmisión de conocimientos siempre se ha hecho a una clase más o menos numerosa, atendiendo siempre al concepto falaz de la «media»... Y el contacto individual profesor-alumno no se ha propiciado. No ha habido entre nosotros la tradición de transmisión de conocimientos tutorada, es decir, la comunicación individual de contenidos teniendo en cuenta las características y los ritmos de cada sujeto que aprende. Este concepto de tutoría transmisora de conocimiento, tan usual en otros países, no se ha dado entre nosotros; sólo en las fórmulas de los IBAD y en las llamadas clases particulares, y muy parcialmente.
Un poco de historia
No cabe duda de que la figura del tutor, con diversos nombres y funciones, ha estado presente desde siempre en todo hecho educativo y podríamos rastrear sus señas de identidad en toda la Historia de la Educación. Con la actual tutoría no hemos inventado la pólvora: tras la biografía de los grandes personajes siempre se dibuja la sombra de la persona que dirigió sus primeros pasos en la adquisición de sus conocimientos o de sus habilidades sociales. Hasta en los personajes de ficción podemos encontrar la figura del tutor, y no sería difícil hacer una larga lista de ellos. Permítaseme citar, por deformación profesional a los que más me atraen: Patronio para el Conde Lucanor, el ciego para Lázaro, etc.
En efecto, se habla de acción tutoríal cuando nombramos a educadores de príncipes, a maestros de la vida interior, a preceptores... Si tuviéramos que marcar un punto en nuestra Historia de la Educación que significara el comienzo de las tareas de orientación y acción tutoríal propiamente tales, hay muchos que coinciden en señalar la obra de Huarte de San Juan, Examen de ingenios para las ciencias, 1575 Es esta una obra admirable como precursora de este movimiento. No es mi intención comentar todas las que siguieron hasta nuestros días. En todo caso, sí que me gustaría retener, ya más cerca de nosotros en la línea del tiempo, algunos hechos o intentos de convertir la orientación, la tutoría en una institución práctica en los Centros Educativos de nuestro país. La idea fue tomando cuerpo en la Institución Libre de Enseñanza (1876) y se va materializando en Instituciones como la Inspección Médico Escolar (1913), en la creación de los Institutos de Orientación Profesional (1924) en Madrid, Barcelona, y en el inicio de los Institutos Nacionales de Psicotecnia (1920- 34). Hacia 1950 se crea el Instituto Nacional de Psicología Aplicada y Psicotecnia de Madrid, y surgen los psicólogos escolares impulsados por el Instituto San José de Calasanz, el CSIC y la Sociedad Española de Pedagogía. Con posterioridad a 1967, una Resolución de la Dirección de Enseñanzas Medias dicta normas concretas para la implantación de los Servicios de Orientación Escolar en todos los Institutos Nacionales de Enseñanza Media, a fin de que ese mismo año académico entraran en funcionamiento. Ya en 1970, con la LGE aparece definida la tarea y la figura del tutor. Tras estos datos y estas fechas qué podemos concluir. Que sí, que a la Administración Educativa le ha interesado este problema y que ha ido más allá en la legislación que en la práctica. Pues en realidad, aún hoy estamos empezando a ver y a poner en claro cómo se come todo esto. Y es así porque una es la realidad y otros los deseos. La Administración ha tenido ideas, proyectos, pero le ha faltado:
- Personas preparadas realmente, para que prestigiaran e hicieran sentir estas necesidades educativas.
El hoy del tutor
Tras la Ley General de Educación, 1970, aún vigente en los Institutos de Bachillerato, queda bastante dibujada la tarea del tutor. Cada año, el Ministerio o/y las Consejerías de Educación, al comienzo de curso, mediante Resoluciones, Circulares u otros documentos, recuerdan a los Centros las tareas del tutor y dan normas para programar la Acción tutoríal en el Plan de Centro, actividades que suelen coordinar los jefes de Estudio. Recojo aquí las observaciones de la Resolución de 1 de agosto de 1994 para la organización del curso 94/95 de la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía. 1. Designación de tutores: un tutor por cada grupo, designado por el Director del Centro, a propuesta del Jefe de Estudios, preferentemente entre el profesorado que imparta una misma materia o área a todos los alumnos del grupo. Siempre que sea posible se recogerá la opinión del alumnado para cada designación de los tutores que les correspondan. Si sobran profesores, a los sobrantes se les asignan funciones para mejorar y ampliar la acción tutoríal (tutor de becarios, tutor de alumnos con materias pendientes y repetidores, tutor-coordinador de Actividades de Orientación profesional ... ) Si algún grupo queda sin tutor, se le encomendará a algún profesor que desempeñe otras funciones directivas o de coordinación.
este sentido es necesario el contacto periódico entre el profesor-tutor y el resto de los profesores del grupo, así como la reunión de todos los tutores de un mismo nivel educativo. b) Atención individualizada de todos los alumnos de su grupo, sobre todo, en los aspectos relativos a la orientación profesional y vocacional, así como al tratamiento del fracaso escolar. c) Organizar y presidir las sesiones de evaluación de su grupo, levantar acta de las mismas y formalizar y custodiar el extracto del registro personal de los alumnos (ERPA). d) Mantener encuentros periódicos con los padres y madres de los alumnos, al menos tres veces durante el curso académico, para informarles de las características de las programaciones y del sistema de Evaluación de los Seminarios Didácticos, Departamentos o áreas, y de cuanto se refiere a la asistencia, calificaciones, conducta y aprovechamiento de sus hijos. Dichos encuentros podrán tener un carácter colectivo o individual y ser complementados con información enviada por correspondencia. En cualquier caso, se debe garantizar la adecuada información a los padres y madres de alumnos sobre todo aquellos aspectos que inciden en su proceso educativo. e) Coordinar y promover las adaptaciones curriculares, individuales o de grupo, que el equipo docente o los Departamentos / Seminarios consideren pertinentes. 3. Al principio de curso el jefe de Estudios se reunirá con los tutores de los distintos grupos con objeto de establecer los procedimientos de actuación, especialmente en lo concerniente al proceso de evaluación y orientación de los alumnos y alumnas e información a los padres y madres, lo que habrá de incorporarse al Plan de Acción Tutorial del Centro. 4. En el horario del tutor se incluirán tres horas a la semana de obligada permanencia en el Centro educativo. Una de ellas se dedicará a las entrevistas con los padres y madres de los alumnos y previamente citados o por iniciativa de los mismos. Esta hora se fijará de forma que facilite la asistencia de los padres, por lo que, en todo caso, éstos deberán ser informados al respecto desde el comienzo del curso. Una segunda hora se adaptará al horario de los alumnos, de manera que no coincida con las horas de clase y permita reuniones periódicas del tutor con su grupo. La tercera se dedicará a las tareas administrativas propias de la tutoría. 5. Con carácter experimental, se designará un Tutor de Comentarios de Textos por cada dos grupos de alumnos de COU que tendrán como funciones básicas la dinamización de todas las actividades de comentarios de textos.
El Tutor de la LOGSE
Son muchos los documentos en los que se Presenta la figura del tutor y sus funciones desde que comienza a plantearse la Reforma Educativa. Para simplificar las cosas, y aun a riesgo de dejar fuera de este esquema aspectos importantes voy a ceñirme a un documento: el Decreto 106/1992 del 9 de junio, por el que se establecen las enseñanzas correspondientes a la Educación Secundaria Obligatoria en Andalucía. En este documento se dedica el Artículo 10 a la Orientación Escolar: 1. La tutoría, la orientación escolar forma parte de la función docente. Corresponde a los centros educativos la programación de estas actividades, dentro de lo establecido, a tales efectos, por la Consejería de Educación y Ciencia. 2. Cada grupo de alumnos tendrá un profesor-tutor, que deberá coordinarse con los demás profesores que intervengan con el mismo grupo de alumnos.
Conocer las aptitudes e intereses de los alumnos y alumnas con el objetivo de orientarlos más eficazmente en su proceso de aprendizaje. Contribuir a establecer relaciones fluidas entre la escuela y la familia, así como entre el alumno y la institución escolar. Coordinar la acción educativa de todos los profesores que trabajan en un mismo grupo de alumnos. Coordinar el proceso de evaluación continua de los alumnos y resolver sobre el mismo. Poco más dice el Documento sobre tutorías. Insiste en la coordinación del tutor a la hora de evaluar y en su papel de coordinador y promotor de adaptaciones y diversificaciones curriculares.
Una experiencia de acción tutoríal
Durante varios cursos hemos venido realizando un grupo de profesores del 1.B. Albaizin de Granada, en el citado centro, una experiencia de innovación educativa que denominamos «coordinación didáctica y acción tutoríal» que fue aprobada y subvencionada por la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía. La experiencia tenía como objetivo fundamental coordinar la acción de los profesores sobre un grupo de alumnos y profundizar, individualizar, realmente la acción tutorías. La coordinación suponía que el grupo de profesores llegamos a unos objetivos comunes: De tipo educativo-convivencial: formas de educación, saludos, limpieza, convivencia... De tipo instrumental: técnicas de estudio, lectura, vocabulario, normalización en la presentación de trabajos... De tipo didáctico: Coordinación metodológica. Coordinación de actividades y exámenes Metodología en el aula: trabajo en grupo, trabajo personal, trabajo personal, investigación... Criterios de evaluación: trabajo personal, en grupo, exámenes, autoevaluación. Esta coordinación se conseguía mediante una serie de reuniones de trabajo: programación a comienzo de curso y otras que se tenían quincenal o mensualmente.
La tutoría general, que corría a cargo del tutor del grupo, quien a su vez coordinaba toda la experiencia. El tutor preparaba y llevaba a cabo las jornadas de sensibilización de comienzo de curso, las reuniones generales de padres, las reuniones, una al mes, de los alumnos con todos los profesores del grupo, para analizar y evaluar el proceso del grupo y algunas charlas sobre sexualidad, orientación profesional...
El tutor estaba auxiliado por minitutorías, de modo que cada uno de los profesores que pasaba por el grupo se hacía cargo de orientar y de entrevistarse periódicamente con un grupo de cinco o seis alumnos, grupalmente o de manera individual, para comentar problemas, dar orientaciones y ver en qué se le podía ayudar a cada alumno. Había el compromiso de todos los profesores para que el minitutor, pudiera sacar a sus tutorandos en cualquier hora de clase, si era necesario. Esta experiencia fue realmente positiva para alumnos y profesores, pero, una vez vistos sus resultados que nos parecieron de interés, se abandonó el proyecto porque veíamos que no se podía generalizar a todos los grupos del centro. Así, sirvió para que los profesores intercambiáramos iniciativas metodológicas, descubriéramos nuestra interdependencia, y la necesidad que tienen los alumnos de interlocutores que esté a su disposición
Conclusiones
Para ir acercando la realidad al deseo, para que la acción tutoríal sea eficaz en los Centros Educativos sería conveniente: 1. Que los Jefes de Estudios de los Centros, y los directivos en general, tomen en serio su papel de coordinadores y den relevancia a los tutores.
alumnos. 4. Que mejoren los documentos técnicos y las técnicas de recogida de datos de evaluación, asistencia y observación de los alumnos.
especialmente en las técnicas de actuación y entrevista individual al alumno y de relación con sus padres. 7. Que vaya calando la idea, y se institucionalicen de alguna forma, las reuniones de coordinación del tutor con los restantes profesores del grupo. 8. Que se dé una buena orientación en el centro, y que los tutores tengan la asesoría de los orientadores.
Bibliografía
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