C-029 Psicopedagogía creatividad (Fernándes)

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PSICOPEDAGOGÍA DE LA CREATIVIDAD

Si la creatividad es una intrínseca disponibilidad para la invención que posee todo ser humano en mayor o menor escala, su realización pasará por la ejecución de actos de relación todavía no efectuados, por la elaboración de combinaciones todavía no hechas y por dejarlas a disposición de los demás para su análisis, todo ello de forma estructurada y planificada.

La pedagogía de la creatividad rechaza, por esa razón, la educación para el conformismo. Requiere apertura de espíritu a experiencias nuevas, animar a los educandos a la acción y a la responsabilidad, a amar el peligro y, por otra parte, seguridad personal, confianza individual y aceptación de las divergencias, que es el medio más eficaz para profundizar en las convergencias.

A pesar de la necesidad imperiosa que existe de seres creativos, el análisis funcional de la institución escolar nos demuestra que, en la práctica, ésta, no sólo suprime, sino que castra las capacidades creativas de los educandos. En su lenguaje inconsciente parece querer afirmar que sus objetivos distan mucho de querer "formar hombres autónomos, creativos y responsables" y que, a nivel institucional, no está al servicio de la sociedad. Por eso se dedica a "informar" en función de las necesidades actuales y vistas a corto plazo de la sociedad, colocando a cada uno en un puesto determinado del universo racional que lo envuelve, contribuyendo a conservar la coexistencia de las pesadas estructuras sociales, garantizando la perpetuación de los sistemas y no preparando a los humanos para enfrentarse a los choques de los inevitables y, a los ojos de la mayoría, imprevisibles cambios sociales.

Siendo esto así, como de hecho todo lo demuestra, la escuela, en vez de desarrollar, cultivar, reforzar y redimensionar la creatividad de los educandos, su iniciativa, su fecundidad imaginativa, su reflexión y espíritu crítico, echa los cimientos de las barreras en el campo del conservadurismo social, en la transmisión de conocimientos de las generaciones anteriores, dentro del inmovilismo y de una manera poco adaptada al desarrollo tecnológico.

Esta falta de adaptación de la institución escolar al progreso tecnológico, social e industrial, trae consecuencias muy graves a nivel social, psicológico, económico y socioafectivo, no sólo para los individuos en particular, sino para las comunidades en que viven y para la sociedad en general.

Pero es un hecho demostrado que la misma naturaleza de la evolución de los seres humanos, de las comunidades y de la sociedad, de la misma manera que los efectos de los fenómenos que ellos producen, exigen una constante acción creadora, constantemente renovada y en permanente devenir.

Este conjunto de hechos y de fenómenos sociopsicológicos, actuando mediante la acción de su propio movimiento y mediante la esencia mudable de su propia naturaleza, exige por ser intrínsecamente autovalorizadora, la adaptación al cambio de los mismos hechos y fenómenos sociales de una manera necesaria.

La creatividad y el cambio se presentan, por ello, como características fundamentales de la existencia humana. Impedirlas es oponerse a la misma naturaleza de la evolución humana. Incentivarlas y orientarlas, es colaborar en el proyecto de reedificación y valorización de los hombres.

Las potencias, existentes de un modo distinto en cada individuo, llevan, mediante su acción evolutiva, al organismo humano a adaptarse a los sucesivos cambios exteriores y luego, mediante mecanismos y procesos de retroacción, promueven la evolución y el cambio interior, preparando la naturaleza biosociológica de los individuos para que surjan y se desarrollen sus propias actitudes, tendencias y habilidades, al mismo tiempo que dan respuesta a sus necesidades interiores.

 

Por eso la institución escolar, mediante la acción de los agentes de la educación, deberá conducir, incentivar y preparar a los educandos a la vivencia y análisis de su propia experiencia, abrirlos y disponerlos a las experiencias ajenas, en una aceptación de mutua reciprocidad, concienciados de su constante movimiento y de su intrínseca movilidad.

 

Para ello el profesor deberá colocar a sus educandos ante conjuntos de sucesivas y cada vez más complejas interacciones de naturaleza educativa, perceptiva, humana y profesional; lo que implica por parte del profesor, concienciación de su compromiso en relación a los alumnos, con su propio trabajo y receptividad en relación con las personas, las ideas, los acontecimientos.

Ello se debe a que, según Carl Rogers, proceso creativo es la aparición de un proceso nuevo en el modo de relacionar las actividades, nacido de la unidad del individuo por un lado y, por otro, de la materia, acontecimientos, personas y circunstancias de la vida.

 

Siendo, en consecuencia, el desarrollo de la creatividad de los educandos la primera exigencia de las sociedades modernas al proceso enseñanza-aprendizaje, el profesor, usando los métodos y técnicas más adecuados, deberá centrar su acción educativa en incentivar para el aprendizaje por descubrimiento, dentro de una estimulación para el invento y de una motivación para la creatividad, reforzando de ese modo las operaciones intelectuales de sus alumnos y desarrollando sus funciones psicológicas. Toda esta actuación deberá orientarse a la consecución y concretización de los objetivos individuales de los educandos, de los impuestos por el sistema escolar vigente, o sea, integrarlos en el medio social de hoy y de mañana, y en su futuro profesional.

 

 

 

 

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